El tiempo natural es cíclico. El tiempo es la atmósfera de la mente. La calidad de tu tiempo será la calidad de tu mente. El calendario maya es un sincronizador para alinear nuestra mente y nuestro tiempo desordenados, al tiempo natural, al tiempo del cosmos, de la vida, de la Divinidad. O dicho sea de otra forma, al no-tiempo.

16 de enero de 2023

¿Qué es el tiempo?

El tiempo, dice la Ley del Tiempo, es la cuarta dimensión. Ha sido limitado, encapsulado en la tercera dimensión del espacio, de la materia, pero no pertenece a ella porque es una dimensión diferente, en la cual cabe perfectamente para desplegarse y expandirse, el espacio, la fisicalidad.

No es posible percibir al tiempo a través de los sentidos, sin embargo podemos percibirlo. ¿Cómo es esto? El tiempo es perceptible por medio de la mente y es a través de esta parte de nosotros que experimentamos todo lo relacionado a esa cuarta dimensión, esto nos abre a la idea de que nuestro cuerpo físico pertenece a la dimensión de la materia, y nuestra mente pertenece, junto con el tiempo, a una realidad más amplia que a su vez contiene al espacio.

El cuerpo está siempre en el momento presente, es únicamente a través de la mente que podemos "viajar" a recordar el pasado o a imaginar el futuro, incluso ir con el pensamiento a otros espacios físicos, imaginándolos. Para estos efectos no podemos cargar con nuestro cuerpo, ¿Por qué sucede esto? porque en el momento presente, todo está sucediendo en la dimensión de la materia y nuestro cuerpo más basto está formado de materia, de átomos y todo lo que a su vez conforman.

Es importante reconocer esta diferencia y a la vez comprender que nada está realmente separado, ni el cuerpo de la mente ni el espacio del tiempo. Cuando nos abrimos a esta categorización entonces podremos tener más disposición a experimentar sobre el tiempo y por lo tanto, con nuestras mentes.

En la actualidad nuestras mentes están sobrecargadas de información y acostumbradas a llevar al cuerpo a hacer demasiado, descansamos poco físicamente y casi nada mentalmente, es este exceso de actividad el que nos imposibilita a desarrollar múltiples capacidades de la conciencia y a la vez, nos da la sensación de que los días pasan muy rápido sin darnos "tiempo" de "hacer" tanto que deseamos hacer.

Esto es consecuencia de que nuestras mentes están atrapadas en la dimensión del espacio, en donde todo es materia y hay mucho que hacer, mucho que mover, quitar, transformar, etc. Cuando contamos con una práctica de mirar hacia dentro la mente puede descansar y así, de algún modo, detenemos el tiempo, lo descansamos también. 

Muchos maestros, antiguos y contemporáneos, hablan del tiempo del reloj y el tiempo del no tiempo, hay una línea delgada entre uno y otro, de hecho podemos clarificarla con la mente. El tiempo del reloj es el tiempo mecánico, las horas como las conocemos, el día dividido en 24, de las cuales 8 deberían ser para dormir, 8 para trabajar y 8 para esparcimiento... Si nos dejamos conducir por el tiempo del reloj surge esa sensación de que cada vez transcurre el tiempo con mayor rapidez y a pesar de que deseamos fervientemente tener mejores hábitos, sencillamente no logramos encontrar el tiempo/espacio para llevarlos a cabo. El tiempo del reloj también es el tiempo del calendario gregoriano, una medida artificial de llevar los días pues únicamente considera la vuelta de la Tierra al Sol como medida cíclica e ignora estaciones, lunaciones y los patrones del resto de nuestro sistema estelar y de estrellas vecinas. Ese calendario es tiempo del reloj y nos atrapa fácilmente porque hay algo ahí afuera de nosotros diciéndonos cuándo deberíamos celebrar tal o cual cosa, en ocasiones incluso con la hora exacta.

Regirnos por el tiempo del reloj entonces vuelve nuestras mentes esclavas de la dimensión espacial atrapándonos en la ilusión de que sólo existe la materia y el continuo espacio tiempo se experimenta como una línea que acumula cada vez más pasado y se enfrenta hacia un futuro que no llega nunca, ignorando el momento presente, pues las mentes se encuentran llenas de información innecesaria... así es como sabes si tu mente es presa del tiempo del reloj: contiene demasiado desorden, le cuesta meditar, tienes la sensación de que el tiempo no te alcanza, no logras concretar hábitos saludables, la misma mente te sabotea diciéndote que no tiene caso que te salgas de este círculo vicioso...

La buena noticia es que abriendo tus estándares de tiempo, accedes directamente a comenzar a poseer tu mente. Vamos a seguir usando el calendario gregoriano y el reloj de 12 horas, pero podemos dejar de depender de ellos y empezar a crear nuestro presente personal de calidad: ese es el tiempo del no tiempo, el tiempo de la naturaleza, el tiempo natural, ese que es la cuarta dimensión, a la que podemos ir a descansar nuestras mentes y vaciarlas de tanta charla incesante e innecesaria. Esto se consigue, como todo lo bueno, con práctica, en el día a día, con la apertura a reconocer que desconocemos más de lo que sabemos y que ese es el excelente punto de partida porque es darle el mensaje a nuestra mente de que no lo sabe todo y aún queda mucho por aprender.

El tiempo es entonces ese factor que puede sincronizarnos con la vida natural de este planeta y todo lo que sobre él existe. El tiempo del reloj, que se expresa como la frecuencia de tiempo artificial 12:60, ha generado una capa de materia que cubre el planeta, materia que ha sido transformada de otras materias, hemos logrado transformar casi lo que sea, en lo que se nos ocurra y llevarlo a todos lados, por mar, por tierra, por aire. Caminamos vestidos de plástico sobre cemento, cargando dispositivos que son más inteligentes que nosotros que contienen baterías de metales raros, nos movemos dentro de vehículos hechos por completo de materiales creados desde otros materiales... Sin embargo somos seres naturales, somos humanos con cuerpos hechos de tierra, nos parecemos a los monos y nos comportamos como ellos. Poco a poco nos hemos ido alejando del patrón del orden de la naturaleza y hemos desplazado a la naturaleza para sembrar cemento. No nos dirigimos a una destrucción del planeta (claro, ademas poseemos el ego de considerarnos la especie más inteligente sobre la Tierra) sino a la autodestrucción, la cual comenzará por las crisis de los elementos: quedarnos sin agua, ser arrasados por incendios incontenibles, contaminar aún más el aire y volver estéril el suelo para sembrar. Después de que hayamos pasado por aquí, la Tierra se recompondrá y seguirá haciendo lo que hace: albergar la vida, en cualquiera de sus formas, en la mayoría de formas posibles. El tiempo es el factor que nos devuelve al orden natural y nos abre a la perspectiva planetaria de totalidad, de conexión, de expansión. Lo elegimos desde la mente individual.

Es solo un cambio en el día a día, es abrirnos a vivir en ciclos, sabiendo que hay muchos ciclos abriéndose y cerrándose, algunos pequeños, de 4, de 7 días, algunos más grandes, de 65, de 260, de 365 días. Todo confluyendo en el presente, que es ahí donde nos encontramos con nuestras mentes para mostrarles el natural devenir de esa nata que no sabemos cómo es que existe que es el tiempo. Tras practicar ponernos en el presente en equipo con nuestra mente, no queda más que surja lo que vive detrás, la conciencia, la conciencia de nosotros mismos en unión invisible con todo lo que existe, esperando silenciosa a que nos bajemos de la pesadilla colectiva que estamos ayudando a crear, para comenzar a plasmar una realidad verdaderamente incluyente, expansiva, amorosa, en la que cada quien sea lo que quiera ser, desde la responsabilidad de ser humanos maduros, libres y conscientes.

Seguir siendo lo que conocemos es irremediablemente el camino hacia la autodestrucción. Si nos desconectamos de la naturaleza, nos habremos perdido de ser esos seres humanos que crearon el Cielo en la Tierra.

Con amor, la maga, Moni. 

Mago galáctico blanco, kin 34

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